Primer día de
la campaña nacional contra la poliomielitis celebrada en agosto de
2001: los vacunadores atraviesan del río Congo cerca de Kisangani,
y piden a las comunidades que se encuentran viviendo en la orilla que lleven
a sus hijos a que les vacunen. En el refrigerador para almacenar la vacuna
se puede leer el lema "Desterremos de África la poliomielitis",
que refleja la campaña en todo el continente.
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El Congo y sus afluentes,
uno de los sistemas fluviales más importantes del mundo, sigue siendo
la principal ruta de transporte en esta zona del país. Los barcos
de mayor calado han sido destruidos en la guerra, por lo que las canoas
son el único modo de transporte por el río en esta región.
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Unos motociclistas distribuyen
la vacuna, guardada en refrigeradores, en una remota zona del este del Congo,
a 150 km en el interior de la selva. Es una jornada peligrosa: dos semanas
antes, un médico que llevaba a cabo encuestas sobre vacunación
fue asesinado de varios disparos en esta carretera.
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La campaña
para visitar todas las casas a fin de vacunar a todos los niños se
extiende a las vías fluviales del país. Un niño pequeño,
que viaja por el río Congo cerca de Kisangani, recibe una vacuna
aplicada por un estudiante de enfermería voluntario.
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Un niño discapacitado
junto a unos amigos a las puertas de su escuela primaria en Kisangani. La
persistencia del conflicto sigue perjudicando gravemente los servicios de
atención de la salud, de educación y de otras necesidades. |
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En la otra parte del
país, Jonathan Msiala, de cinco años, que padece poliomielitis,
se recupera de una cirugía correctiva en Kinshasa, la capital. La
operación debería servir para enderezar sus piernas para que
encajen en unos aparatos ortopédicos. "Antes solamente podía
gatear", dice su madre. "Ahora podrá utilizar unas muletas
y acudir a la escuela".
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