La poliomielitis es una antigua enfermedad, pero los investigadores no la descubrieron ni le dieron un nombre hasta el siglo XX. La manifestación más frecuente de la parálisis de la poliomielitis —una pierna atrofiada— aparece en una estela artística originaria del antiguo Egipto. En 1840, la enfermedad se describió por primera vez clínicamente y se denominó "parálisis infantil", debido a que afectaba principalmente a los menores de edad. Unos médicos investigadores de Austria establecieron en 1909 que la poliomielitis era una enfermedad contagiosa propagada por un virus, un dato que indicaba que en teoría era posible elaborar una vacuna contra la enfermedad. En 1991, cuando se dieron en Europa y en el norte de América varias epidemias, unos investigadores británicos identificaron las tres cepas del virus de la poliomielitis, e iniciaron la carrera para descubrir la vacuna.

La poliomielitis solamente se da en los seres humanos, un factor que facilita la erradicación. El virus entra en el cuerpo a través de la boca, se desarrolla en los intestinos y se propaga entre la población por medio de las heces. Los síntomas iniciales son muy parecidos a los de un resfriado común, e incluyen fiebre, fatiga, dolor de cabeza, vómitos, rigidez en el cuello y dolor en las extremidades. Es más contagioso alrededor de diez días antes y después de la aparición de los síntomas, que suelen manifestarse unas tres semanas después de la exposición al virus.

Aunque el virus puede circular ampliamente, solamente en 1 de cada 200 casos de infección se produce una parálisis, generalmente en las piernas. Alrededor de un 5% a un 10% de las víctimas sufren parálisis de los músculos respiratorios, un problema que puede causar la muerte. Para luchar contra él, se inventó en los años 1930 un aparato respiratorio llamado pulmón de acero. Estos enormes cilindros de metal se convirtieron en una imagen muy frecuente en los pabellones de los hospitales de América del Norte.

Los datos indican que las tasas de casos de poliomielitis probablemente alcanzaban las mismas cifras en los países ricos y pobres. Pero en los países pobres, la incidencia de otras enfermedades ocultaba los casos de poliomielitis. En el mundo industrializado, la enfermedad cobró importancia cuando surgieron varias epidemias intensas en la primera mitad del siglo XX, en un momento en que las autoridades sanitarias habían podido controlar otras enfermedades infecciosas como la tuberculosis y el cólera.

El surgimiento de estas epidemias se debe, paradójicamente, a una mejora en las normas de higiene. Cuando el saneamiento era deficiente, casi todos los niños de las regiones donde la poliomielitis era endémica estaban expuestos al virus poco después de nacer. Los recién nacidos eran menos vulnerables al virus debido, en parte, a los anticuerpos que recibían de la leche materna; la exposición inicial al virus proporcionaba inmunidad al recién nacido. Pero a medida que mejoraron las normas higiénicas, muy poca gente entraba en contacto con el virus cuando era pequeño, trastornando el equilibrio histórico entre el virus y el receptor.




© Sebastião Salgado

Estados Unidos
Un científico examina unas células humanas aumentadas que muestran las lesiones causadas por el virus de la poliomielitis, en el Centers for Disease Control and Prevention de la ciudad de Atlanta. Este organismo federal desempeña una función muy importante al analizar las cepas del virus de la poliomielitis de todo el mundo.
 
Cuando en la primera mitad del siglo XX comenzaron a agravarse las epidemias, la poliomielitis se convirtió en una de las enfermedades más temidas en los países industrializados. Los Estados Unidos encabezaron la campaña para encontrar una vacuna, gracias en parte al compromiso personal del Presidente Franklin D. Roosevelt, que sufrió parálisis en ambas piernas debido a la poliomielitis a la edad de 39 años. Con el respaldo importante del Presidente, se estableció una campaña de recaudación de fondos en todo el territorio de los Estados Unidos —la llamada March of Dimes— que contribuyó a financiar la lucha contra la enfermedad.

La búsqueda de 10 años de duración rindió sus frutos en los años 1950. En 1954, el Dr. Jonas Salk introdujo la primera vacuna, la vacuna antipoliomielítica inactiva, obtenida a partir de un virus sin vida. El éxito de las pruebas masivas que se llevaron a cabo ese año causó sensación en todo el mundo. Por medio de una campaña de inmunización con la vacuna, fue posible eliminar rápidamente las epidemias en América del Norte. En 1957, otro investigador norteamericano, el Dr. Albert Sabin, introdujo la vacuna oral antipoliomielítica, obtenida a partir de un virus debilitado. Después de pruebas con éxito en la Unión Soviética, la vacuna oral reemplazaría a la vacuna de Salk, primero en otros países industrializados, y luego en el resto del mundo.

La vacuna oral es la preferida en la campaña mundial para la erradicación. Administrada en gotas que se ingieren con facilidad, resulta más fácil de aplicar que la vacuna de Salk, que es preciso inyectar, y es más económica. Además, aunque esta última vacuna protege a los individuos contra los efectos de la poliomielitis, el virus puede seguir viviendo dentro del cuerpo durante un tiempo. La vacuna oral elimina completamente el virus al provocar inmunidad en los intestinos, donde el virus se cría.

Pero la vacuna oral presenta algunos riesgos. Existe la posibilidad remota (1 de cada 2,5 millones) de que la vacuna provoque parálisis. También hay otra posibilidad más remota aún: puede que la vacuna se vuelva virulenta, y cause un brote entre las poblaciones que no están vacunadas. En tres incidentes documentados se han producido graves casos de parálisis. Sin embargo, cuando se comparan estos ejemplos con los miles de millones de dosis que se han distribuido, los enormes beneficios de la vacuna oral superan con creces los riesgos apenas registrados.

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© Sebastião Salgado

Francia
La vacuna oral contra la poliomielitis para las campañas internacionales se producen en varios laboratorios farmacéuticos internacionales, como éste de Aventis Pasteur en la ciudad de Marcy l’Etoile, cerca de Lyon.